La conducta suicida es un grave problema de salud pública que causa en el mundo aproximadamente 800.000 muertes al año. En el año 2016, la tasa global de suicidio estandarizada por edad fue de 10,5 por 100.000 habitantes1,2. El suicidio se encuentra entre las 10 principales causas de mortalidad prematura o años potenciales de vida perdidos (APVP) en diversas áreas de Europa, Asia Central, Australasia, Sudamérica, el Caribe y América del Norte, representando el 2,2% del total de años potenciales de vida perdidos en el mundo3.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la conducta suicida englobaría un rango de comportamientos que incluye la ideación suicida (pensamientos de suicidio), la planificación suicida (programación del método o procedimiento de suicidio), la tentativa o intento de suicidio (conducta potencialmente lesiva, autoinfligida y sin resultado fatal, sobre la que existe evidencia implícita o explícita de intencionalidad de autoprovocarse la muerte) y el suicidio (muerte autoinfligida con evidencia implícita o explícita de intencionalidad de autoprovocarse la muerte)1,4.
La conducta suicida puede aparecer en cualquier etapa del ciclo vital. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años en el mundo (después de los accidentes de tráfico), ocasionando el 8,5% del total de muertes; y la cuarta causa de muerte en personas de 35 a 54 años1; aunque las tasas de suicidio más elevadas se observan entre las personas de mayor edad3. También se observan diferencias según sexo, los hombres presentan tasas de suicidio más elevadas que las mujeres. En 2016, la tasa de suicidio estandarizada por edad a nivel mundial fue 1,8 veces superior en hombres que en mujeres2.
Los suicidios y los intentos de suicidio ocasionan terribles consecuencias, no solo para el propio individuo sino también para sus familiares, amigos y la sociedad en general. A nivel de salud, las personas que realizaron un intento de suicidio pueden experimentar depresión, sentimientos de ira o culpa, y secuelas físicas de carácter más o menos permanente, según el medio que hayan utilizado y la gravedad del intento5. Los familiares, amigos y allegados de personas que perdieron la vida por suicidio (supervivientes) pueden desarrollar un duelo complicado, depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y presentar un mayor riesgo de ideación suicida y de suicidio6,7. A nivel económico, se ha estimado en 50,8 billones de dólares anuales los costes médicos y laborales (pérdidas de productividad laboral) derivados de la conducta suicida en Estados Unidos8. En España, se ha estimado que estos costes representan alrededor de 565 millones de euros9.
En España, en el año 2017 fallecieron 3.679 personas por suicidio (2.718 hombres y 961 mujeres), lo que representa una tasa de suicidio de 7,9 por 100.000 habitantes10 . En Cataluña, la tasa de suicidio fue de 6,6 por 100.000 habitantes, sin embargo, el suicidio representa la tercera causa de muerte prematura, tanto en hombres como en mujeres (con 24 y 23,2 Años Potenciales de Vida Perdida (APVP) de media, respectivamente)11,12.
La conducta suicida es un fenómeno complejo y multifactorial. Se han identificado múltiples factores de riesgo y de protección de la conducta suicida – factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales o ambientales (por ejemplo, problemas de salud mental, abuso de drogas, privación socioeconómica, dificultad para acceder a tratamiento, entre otros)1. Sin embargo, todavía no existe un marco explicativo consensuado del riesgo de conducta suicida.
Uno de los principales factores de riesgo de suicidio es haber realizado un intento de suicidio previo. Los intentos de suicidio son más frecuentes que los suicidios, se estima que por cada suicidio se producirían más de 20 intentos de suicidio1. A nivel global, se ha estimado una prevalencia de vida de intento de suicidio en adultos del 2,7%13. Sin embargo, la fiabilidad de la vigilancia de los intentos de suicidio es menor a la de los fallecimientos por suicidio, debido a la falta de un procedimiento estandarizado de registro de los intentos de suicidio 1,14.
En este sentido, la OMS aboga por la centralización electrónica de los registros de salud con el objetivo de mejorar la vigilancia de los intentos de suicidio y de los factores que pueden presentar relación con la conducta suicida15. El análisis de un gran volumen de datos y el uso de nuevas metodologías de la ciencia de datos, como el aprendizaje automático o machine learning, pueden ofrecer nuevas oportunidades para avanzar en el conocimiento de la conducta suicida16.
Referencias